• Es común ver, de distintas formas, gráficos o tablas que muestran la supuesta “ineficiencia” medioambiental de la carne bovina frente a otras alternativas alimenticias, particularmente en temas como el uso de la tierra, la huella del agua o simplemente la emisión de carbono equivalente.
• Uno de los principales factores de esta discusión tiene relación con el uso “ineficiente” de la tierra y, por ende, del agua porque, al producirse en mucha superficie, la carne bovina utiliza también mucha agua de lluvia. Sin embargo, este argumento tiene una verdad muy distinta cuando se entiende en mayor detalle.
• Según el reporte de la FAO del año 2006, llamado “La larga sombra del ganado”, la ganadería ocupa 70% de la superficie agrícola y 30% de la terrestre, superficie que en su gran mayoría corresponde a praderas o pastizales, donde el ganado rumiante es el único sistema productivo capaz de agregar valor nutricional y económico a estas plantas, entregando un ingreso muy necesario para pequeños agricultores en todo el mundo, Chile incluido.
• De esta manera, según este mismo reporte, la ganadería genera empleo para mil trescientos millones de personas y medios de subsistencia para mil millones de pobres en todo el mundo, hecho que no sólo debe generar prudencia en quienes no comparten el valor de la ganadería sino también orgullo y responsabilidad en quienes participamos de esta cadena productiva.
• Otro de los factores que afecta de forma muy significativa la supuesta “ineficiencia” medioambiental de la carne bovina es el efecto de la deforestación, especialmente de la selva tropical, particularmente en Brasil.
•Según un estudio del año 2019 de una universidad sueca, llamado “El vínculo del consumo europeo con la deforestación tropical”, aproximadamente 75% de las emisiones de carbono relacionadas con la desforestación en Brasil, en el periodo entre 2010 y 2014, estuvo vinculado con la producción de carne bovina.
• Sin embargo, este argumento tiene una verdad muy distinta cuando se entiende en mayor detalle.
• En ese mismo estudio, cuando se calcula este mismo efecto pero en Indonesia, el país con la segunda mayor deforestación tropical, el 75% de las emisiones de carbono estuvo vinculado con la producción de alimentos vegetales, y cuando se toma el total mundial, el mayor responsable de la desforestación de la selva tropical fue también la producción de alimentos vegetales, en distintas formas, con más del 50% del total.
• Por tanto, lo anterior demuestra que la deforestación no está vinculada particularmente a algún tipo de producción alimenticia, más bien a los incentivos económicos para aumentar la rentabilidad del suelo. Siendo así, desincentivar la producción de carne bovina sólo provocará su reemplazo por otro sistema de producción alimenticia y la desforestación continuará.